viernes, 28 de junio de 2013

lunes, 17 de junio de 2013

La Habana no diluida de Pedro Juan Gutiérrez



Pedro Juan Gutiérrez, Centro Habana.


Cuentos o relatos de dos o tres páginas, escenas crudas de La Habana, de Cuba; quizás no aptas para todos los lectores. Algún vestigio de poesía, de simpleza, de una cotidianidad apabullante que aplasta y hace sangrar. Insuficientes e imprecisos adjetivos para acercarme a la literatura de Pedro Juan Gutiérrez (Matanzas, Cuba, 1950). Hace un año o dos una estudiante cubana del doctorado me escribió este nombre entre sus recomendaciones de la narrativa de su país, en ese entonces yo andaba un poco más propenso a leer a Wendy Guerra (La Habana, Cuba, 1970), ganadora del primer Premio de Novela Bruguera en el 2006 con su novela Todos se van (nota curiosa: se lee en los preliminares de la novela publicada que dicho premio se otorgó por un jurado único, el escritor español Eduardo Mendoza, lo anterior no le quita calidad a la obra pero si le agrega cierto morbo). De Wendy Guerra compré su novela sobre el itinerario de Anais Nin en Cuba titulada Posar desnuda en La Habana (2011) y de la cual no terminé del todo atrapado aunque completé todas sus 197 páginas. Ahora leo Todos se van y encuentro que se conecta de forma más directa con lo que por lo menos ahora quiero leer.

Veo en el Facebook fotos de La Habana, visitas, viajes que muestran un cielo muy azul, despejado y también una ciudad que pareciera que no terminara de descascararse nunca. La ciudad de Pedro Juan y de Wendy, la misma y diferente a la vez…

Por ahora escojo el paisaje que describe Pedro Juan, un paisaje un tanto diluido entre el asco y el denominado “realismo sucio” con que se nombra su literatura. Escojo un párrafo no sucio para lectores castos…si es que estos existen…

       “Cuando me quede solo tenía mucho tiempo para pensar en todo eso. Yo vivía en el mejor sitio posible del mundo: un apartamento en la azotea de un viejo edificio de ocho pisos en Centro Habana. Al atardecer preparaba un vaso de ron muy fuerte, con hielo, escribía unos poemas duros  (a veces medio duros, medio melancólicos) que dejaba por ahí, en cualquier lugar. O escribía cartas. A esa hora todo se pone dorado y yo miraba mis alrededores. Al norte el Caribe azul, imprevisible, como si el agua fuera de oro y cielo. Al sur y al este de la ciudad vieja, arrasada por el tiempo, el salitre y los vientos y el maltrato. Al oeste la ciudad moderna, los edificios altos. Cada lugar con su gente, sus ruidos y su música. Me gustaba beber el ron en el crepúsculo dorado y mirar por las ventanas o quedarme un buen rato en la terraza, mirando la entrada del puerto, con esos viejos castillos medievales, de piedra desnuda, que en la luz suave de la tarde parecen aún más hermosos y eternos. Todo eso me estimulaba a pensar con alguna lucidez. Pensaba por qué mi vida era así. Intentaba entender algo. Me gusta sobrevolarme, observar de lejos a Pedro Juan.”


Pedro Juan Gutiérrez, “El recuerdo de la ternura”. Trilogía Sucia de La Habana.





Entrevista Pedro Juan Gutiérrez

viernes, 7 de junio de 2013

Los sueños y la Johansson



Hoy leí en un diario que la actriz Scarlett Johansson presentó una demanda en la corte de París contra el escritor francés Gregoire Delacourt. Mejor dicho, demanda al editor del escritor francés que en su libro " La premiére chose qu´on regarde" (La primera cosa que miramos) detalla en su novela un personaje que recuerda o puede ser el doble de la actriz neoyorquina.


La demanda: “reparar los daños causados por la violación y el uso fraudulento de los derechos relativos a la personalidad” ?! de S. Johansson???

La nota dice que en su libro el autor descubre un encuentro entre un mecánico “parecido a Ryan Gosling” y una modelo que podría ser la doble perfecta de la Johansson (bueno la verdad no he leído el libro y no sé si el autor dice podría o es la doble perfecta). Pero el fondo del asunto es que el personaje masculino cree que la mujer es Scarlett Johansson y 60 páginas después este se da cuenta de su error y que dicha mujer no es otra que Jeanine Foucaprez.

Con esta absurda y disparatada noticia me doy cuenta que Delacourt es un superventas (best seller, 100.000 copias vendidas no sé dónde, pero vendidas) que ya había publicado en 2012 otra novela distribuida en 47 países titulada “La lista de mis deseos” y que está en proceso de ser adaptada para el cine.
Delacourt antes de ser demandado esperaba que “la primera cosa que miramos” fuera algún día llevada al cine con la Johansson en el papel estelar…??

Ahora si no sé qué pensar, ¿si se sueña con la Johansson no se puede entonces escribir o describir ese sueño en una obra de ficción? Negativo si se describe un sueño y negativo si se describe lo vivido… tal vez por esto Carlos Fuentes se gastó 232 paginas para repasar su historia personal con la actriz Jean Seberg entre los años 1969-1970 en su novela publicada en 1994 (La Seberg murió en 1979) titulada “Diana o la cazadora solitaria”, reemplazando el nombre de la Seberg por el de Diana Soren. En dicha ocasión la realidad, por lo menos la que describe Fuentes pasó al territorio nebuloso de los sueños. Curioso entonces ver una de las portadas del libro de Fuentes (no la de la primera edición) donde el rostro de la mujer es sin duda la misma Seberg. ¿Podría entonces Delacourt eliminar su referencia a la Johansson pero voltear a la mujer del vestido rojo de su portada hasta parecerse a la inocente esposa de Lost in Translation?