miércoles, 17 de octubre de 2012

El salto de Vargas LLosa





Dos noticias de la semana pasada que leí en El Espectador de Bogotá sobre Mario Vargas Llosa me hicieron pensar una y otra vez en la sutil diferencia que existe (aunque muchos no lo vean así o no lo quieran ver) entre las palabras escritas en el texto (tradicional o digital) y la persona que las ha escrito.  Y en el juego de analogías la cosa se ve mas complicada, pues si lo escrito es el hijo amado de su escribidor, entonces cualquier reparo al hijo jamás será perdonado por dicho padre. Y de forma contraria, ¿si el padre nos ofende, entonces lo seguiremos leyendo sin inmutarnos?

No he sido lector ni seguidor encantado o desencantado de Vargas Llosa, como si lo fui de Cela, pero en este juego me creo lector juicioso, divertido y profesional de Vargas Llosa y entonces leo la primera noticia que se titula así: Vargas Llosa: “los toros son fuente de inspiración de artes y letras”, Oct 13 de 2012. Palabras mas palabras menos el premio nobel peruano va a Toro en Zamora, España y recibe un homenaje por su apoyo a la tauromaquia, la cual ha elevado a hecho cultural. Trascribo un párrafo: Vargas Llosa aseguró que si abolieran las referencias a los toros se empobrecerían la poesía, la pintura, la música o la filosofía, ya que la tauromaquia “ha irrigado prácticamente todas las manifestaciones de la creatividad, artística y cultural”. ¿? (Los interrogantes son míos) Indiferente si se esta de acuerdo con la “fiesta” brava o no, si se es indiferente y se encuentra mas interés en comentar el salto de Baumgartner desde el borde de la estratosfera para superar la velocidad del sonido y varios records mas; la mayor caída al vacío es la del incansable Vargas Llosa con un argumento tan absurdo que casi ni vale la pena rebatir. ¿Acaso la guerra, las guerras, matanzas, genocidios, no se han reflejado en diversas expresiones artísticas? ¿Acaso no es cierto que no conoceríamos el Guernica de Picasso si el bombardeo alemán al pueblo español del mismo nombre no se hubiera llevado a cabo en aquel Abril de 1937? 

Entonces siguiendo mi fervor por Vargas Llosa o mejor, mi pretendido fervor por sus escritos, me pregunto si es posible tomar pinzas y reprochar a la persona, si se quiere ser mas extremo e intolerante, decir odiar a la persona, pero continuar pagando por sus ficciones para sentarse a leerlas en una tarde de domingo? Los más “civilizados” y utópicos dirían sin lugar a dudas que si, pero los más terrenales podríamos quizás continuar sus lecturas, reducir la frecuencia de las mismas, dejar que el desinterés nos lleve por otros caminos, pero lo que si sería difícil de negar es pretender que las posibles posteriores lecturas fueran de alguna forma las mismas.

Posdata: ¿Es justo apoyarse en Arguedas para apoyar su defensa de la “fiesta” Brava?

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