domingo, 5 de febrero de 2012

Sobre las lecturas recomendadas




Aunque todos los días recibo un correo con los titulares del periódico El País de Cali, la verdad es que poco lo leo, quizás porque el contenido que encuentro no me atrae, y desafortunadamente pretendiendo ser local en medio de este mundo hibrido y globalizado, encuentro que la información que requiero de Cali la puedo encontrar a través de los enlaces que mis amigos o los amigos de estos postean en Facebook (y eso que soy un usuario pasivo de la red, de esos que no suben contenido ni colocan frases en su estado). Entonces resumo mis fuentes informativas online a dos diarios: El Espectador (y no El Tiempo por su bonito pero inadecuado diseño virtual que pretendiera obligarme a leer…debes saber, debes hacer, debes leer...) y El País de España. Y extrañamente hoy decido no borrar el enlace de El País de Cali y leo una entrevista publicada en la Gaceta del domingo a Alejandro Zambra (quizás la Gaceta es lo único bueno del periódico), escritor chileno que visitó Cartagena en el marco del Hay Festival. Zambra, crítico literario, poeta y narrador, y a juicio de buena parte de la crítica literaria latinoamericana (si es que existe) uno de los mejores escritores de nuestra región en la actualidad. Tres novelas cortas, de esas para los que no pueden o podemos (?) perder tanto tiempo leyendo ficción, forman parte de su obra en prosa: Bonsái (2006), La vida privada de los arboles (2007) y Formas de volver a casa (2011). Para cerrar el tema de Zambra las noventa y tantas páginas de Bonsai podría ser una buena forma de iniciarse en su lectura. Mientras escribo esto suena Death Cab for Cutie con Codes and Keys, que ya había escuchado en una banda sonora de Six Feet Under con Transatlanticism, y antes lo que ya nos queda de REM con We all go back to where we belong con la única imagen de Kirsten Dunst en su video. Pero a lo que me lleva la entrevista de Zambra es su comentario sobre La mansión de Araucaima, que curiosamente releí hace apenas algunos días, tratando infructuosamente de encontrar alguna vaga relación entre el personaje de la Machiche y la Celestina. Pero releyendo a Mutis y siendo consciente que es poseedor de uno de los mejores títulos de novela: Ilona llega con la lluvia, y que su mejor obra (según la critica de nuevo) no la he leído: La ultima escala del tramp steamer, a pesar de haberla comprado un mediodía caleño de diciembre de 2002 en la plaza bolívar; pienso en las modas, y en las modas literarias, que como cualquier moda llegan y se van y regresan o no regresan nunca. ¿Quién lee a Mutis ahora?, cuando durante la década de los noventa la casi desaparecida Editorial Norma y su colección La Otra Orilla le publicaba casi una novela por año, quien lo lee ahora? Mejor no preguntarse más sobre nuestras lecturas, que el mercado editorial es quien se preocupa por ellas, por ejemplo ahora se “debe” leer a Juan Gabriel Vásquez (El ruido de las cosas al caer) por Colombia, Jonathan Franzen (Libertad) por Estados Unidos, Javier Marias (Los enamoramientos) o Michel Houellebecq (El mapa y el territorio) por Europa y Haruki Murakami (1Q84) por Asia. Alguien podría decir algo sobre Cela o García Márquez, o el Vargas Llosa que ya pasó el año pasado? ¿Y quien era Camilo Jose Cela?¿Acaso alguien se acuerda? Creo que sería más extraño e inquietante ver reseñas y recomendaciones por lecturas de textos fuera de moda, por ahora me quedaría con dos: el libro de relatos Mi Alma en China de la escritora inglesa Anna Kavan (1901-1968) y un libro de poesía como La Señal del mexicano Jaime Sabines (1926- 1999):

Yo soy, no soy, no he sido
más que un lugar vacío,
un lugar al que llegan de repente
mi cuerpo y tu delirio
y una apagada  voz que nos aprende
como un castigo.



Death Cab for Cutie - Transatlanticism