lunes, 23 de agosto de 2010

De Cali

Panorámica de Cali

Leyendo un correo que recibí con un enlace del periódico digital Con-fabulación, encontré una entrevista al escritor caleño Umberto Valverde que aparte de llamarme la atención por su escasa modestia (Carlos Mayolo hizo Aquel 19, quizás su mejor película, sobre un guión mío que fue un producto síntesis de Bomba Camará. Si alguna vez alguien quiere saber cómo fue Cali consultará inevitablemente mis obras.) Me llevo a pensar en una respuesta a la pregunta ¿Qué es Cali? Y esa pregunta surge al leerlo decir que es Cali para él: Cali es una ciudad donde lo más apasionante es la cultura popular. La música, el baile, el fútbol, son culturas triunfantes, y no pertenecen a la cultura oficial, nacen de la marginalidad, y se convirtieron en íconos.” Y que no es Cali: Hoy en día las escuelas de salsa se convirtieron en un símbolo de la ciudad aunque una de las señoras burguesas que han dominado la escena social de nuestra ciudad siempre ha declarado: Cali no es salsa.   


Entonces la pregunta puede tener el número de respuestas correspondientes al número de almas bendecidas, maldecidas o desoladas que dice el DANE (Departamento administrativo nacional de estadística) que viven en Cali (2.075.380 censo 2005), así como el número de almas afortunadas o melancólicas que han vivido y pasado por Cali y han tomado el camino de otra ciudad diferente. Pero si se trata de buscar referentes podríamos nombrar algunos, la Cali de Joaquín Caycedo y Cuero, el último alférez real, la Cali de los juegos panamericanos de 1971, la Cali del escritor Andrés Caicedo y los cineastas Mayolo y Ospina, la Cali, más cercana a mí, de los títulos de futbol del América y la plata inagotable del narcotráfico ( y es cercana a mi no por el narcotráfico sino por la gracia y la desdicha de ver a mi equipo perder tres finales consecutivas de la copa libertadores de América). La Cali ciudadana y cultural, salsera y grosera donde solo el más fuerte y menos sensato parece poder sobrevivir. Cali es una ciudad que cada vez pareciera que le importara a menos personas, a menos caleños, donde los gobernantes son elegidos gracias a un plato de comida, gobernantes que antes de concluir su mandato terminan compartiendo el lugar común de la destitución y la deshonra.
Hay un blog titulado la bobada literaria que me divierte y donde por casualidad encontré esta definición de Cali:

Cali: Si quiere saber qué es ser colombiano debe ir a la Sultana del Valle. Allí conocerá algunos de los mayores índices de pobreza y desempleo del país y ejemplos de inconsciencia política como la elección de locutores de radio y ciegos corruptos para la Alcaldía o guapetones hijos de parapolíticos para la Gobernación. También es la ciudad del escritor Andrés Caicedo, tal vez el primer hipstercolombiano, y de un movimiento cinematográfico tan sobrevalorado y egocéntrico que le pusieron Caliwood. Aunque la leyenda dice que la llaman "La sucursal del cielo" porque sus mujeres son como ángeles, eso no es cierto: la silicona y el bótox las ha convertido en inmundos demonios. En realidad le dicen así por la cantidad de gente que mandan anualmente a la eternidad. Es más, le queda mejor el apodo de "La sucursal del suelo".



Se puede y quizás se debe no estar de acuerdo con lo escrito en la bobada literaria; como a ratos me sucede a mí, pues  particularmente para mi Cali es mágica y no solo de mágicos, es una ciudad que atardece fresca desde el cerro de San Antonio o desde el mirador ignorado de la loma del barrio El Bosque, es una ciudad atemorizada y acostumbrada a la muchedumbre de carros y motos que se afanan y se pelean sin ningún control, una ciudad que madruga a misa y que se trasnocha con la salsa arrinconada por el reggaetón y el vallenato y la parodia de ley zanahoria que se desdibuja y desaparece en las fronteras de la ciudad. Para mi Cali fue por muchos años el recorrido de los buses Blanco y negro, Coomoepal y Azul plateada por la calle 5, avenida sexta y los barrios del norte y del sur que frecuentaba. Para mi Cali era subir por el barrio El Bosque a pie después de venir desde La Buitrera bajando por Holguines. La Cali que retrata El País y El Caleño existe, así como la Cali que contaba el diario El Pueblo y que aun cuenta el moribundo Diario Occidente. Entonces la Cali de la bobada literaria es cierta y falsa en algunos días. Como siempre al final depende de los caleños y no caleños escribir día a día que es Cali, que ha sido o que será Cali el día de mañana, sin importar si tenemos a la mano o no algún libro imprescindible de Umberto Valverde.


Fuente Barrio El Peñón

miércoles, 11 de agosto de 2010

Del lado de la poesía


Un recorrido por el mar de Buenos Aires y Montevideo, que acaso es el mismo? Un recorrido de principios de los años noventas, donde los problemas de América Latina eran acaso los mismos de hoy. Poemas de Mario Benedetti, Juan Gelman y Oliverio Girondo recreando una historia de búsqueda, donde la vida se puede vivir a través de la poesía, donde las cosas, el valor de cambio de las cosas, se obtienen mas allá de los billetes; donde lo más preciado que se puede tener es la vida y la ilusión de tener con quien compartirla. Todo esto en la producción argentino canadiense que hizo posible llevar a cabo esta película de Subiela: El lado oscuro del corazón. Solo dos cosas más para decir de tantas que habría que decir de esta película que algunos entienden como cine arte. 

Una: que no deja de sorprender y de encerrar todo el contenido de la película el bello epígrafe escrito sobre una pantalla negra con que se inicia esta: La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo. Dylan Thomas

Dos: el poema No te salves extractado del libro Poemas de Otros de Benedetti que fue publicado por allá en el lejano año 1974 y que aún nos invita a tomar riesgos y a vivir la vida.